Ese día volverá a reunirse la central obrera para analizar una medida en repudio del ataque contra Cristina Kirchner. Moyanistas y sindicalistas K querían movilizarse ante la Corte. El sector mayoritario de la CGT frenó esa protesta
Los rostros de Pablo Moyano, Carlos Acuña y Héctor Daer reflejan el tenso debate que hubo en la CGT.
El debate fue tenso y las diferencias de los sindicalistas no pudieron superarse: por eso el Consejo Directivo de la Confederación General del Trabajo (CGT) descartó esta mañana la realización de un paro general con movilización para el lunes próximo, aunque reanudará ese día la discusión de alguna medida de fuerza en solidaridad con Cristina Kirchner por el intento de atentado que sufrió.
La huelga fue impulsada por el moyanismo y la Corriente Federal de Trabajadores, alineados con el kirchnerismo: propusieron a sus colegas concretar el lunes un paro de actividades de 24 horas, acompañada de una movilización ante el Palacio de Tribunales para protestar contra la Corte Suprema, considerada como un símbolo de quienes “instalan el discurso del odio” contra la Vicepresidenta y que apuntan también contra dirigentes sindicales como Hugo y Pablo Moyano.
Poco después del ataque a Cristina Kirchner, el primero que explicitó esa postura fue Sergio Palazzo, titular de la Asociación Bancaria y diputado nacional del Frente de Todos: al referirse al intento de atentado, consideró que “no es un hecho de una persona aislada, es la consecuencia de la violencia verbal y simbólica contra la Vicepresidenta y su familia por parte de distintos comunicadores sociales, parte de la Justicia y del arco político”. “Le ponen el arma en la mano simbólicamente estos actores”, interpretó el dirigente enrolado en la Corriente Federal de Trabajadores.
La CGT reunió a su Consejo Directivo, pero descartó realizar un paro el lunes próximo.
Los promotores de la huelga y movilización contra la Corte “siguieron órdenes de La Cámpora”, según deslizan sus rivales sindicales, enrolados en el sector de “los Gordos”, los independientes y el barrionuevismo, que mantienen el control de la CGT. Por eso el escenario cegetista se tensó desde que trascendió que dirigentes del moyanismo y de la Corriente Federal iban a proponer esta mañana ese combo de protestas en la reunión del Consejo Directivo de la central obrera.
La resistencia se estableció desde temprano: el “gordo” Héctor Daer (Sanidad), los independientes Andrés Rodríguez (UPCN), Gerardo Martínez (UOCRA) y José Luis Lingeri, y el barrionuevista Carlos Acuña (estaciones de servicio) se negaron a que sus rivales ocuparan el salón Felipe Vallese del edificio de la CGT para deliberar, junto con miembros de la CTA kirchnerista que lidera Hugo Yasky.
La alianza que domina la CGT (”Gordos”, independientes y barrionuevistas) no quiere adoptar como propia la agenda del kirchnerismo duro, que pone a la Justicia, los empresarios, la oposición y los medios como los responsables de los principales problemas que atraviesa el país.
Los dos sectores sindicales en pugna ya habían discrepado cuando el sector K de la CGT hizo su propia marcha el 26 de julio pasado en la avenida 9 de Julio para conmemorar el 70° aniversario de la muerte de Eva Perón, mientras sus rivales efectuaron un acto en la sede cegetista. Días después, el 17 de agosto, marcharon juntos entre el Obelisco y el Congreso, pero Pablo Moyano habló desde un camión para protestar contra los empresarios. El resto de la central obrera, más moderado, prefirió decir que marchaba para reclamarle a “la política” un gran acuerdo que ordene la macroeconomía.
Las diferencias volvieron a estallar cuando el Consejo Directivo debatió esta mañana de qué forma mostrarían su solidaridad con Cristina Kirchner. Hubo un fuerte cruce ante sus colegas de Héctor Daer y Pablo Moyano, dos viejos enemigos que conviven forzadamente en la estructura cegetista.
En la visión del dirigente camionero, si la CGT no realizaba una fuerte medida de fuerza, que incluyera una movilización ante la Corte, “nos van a llevar puestos la derecha, la Justicia y los medios”. El gremialista de Sanidad le replicó que la mayoría de la central obrera “no compartía ese diagnóstico” y que había que pensar mejor antes de realizar un paro porque podía contribuir a empeorar el clima político. Además, recordó, los sindicatos ya iban a marchar esta tarde a la Plaza de Mayo.
La postura de Pablo Moyano fue defendida por algunos de sus aliados, como Palazzo, Mario Manrique (SMATA) y Omar Plaini (canillitas). Sin embargo, se confirmó que este sector no tiene mayoría y su planteo se deshilachó en la medida en que otros dirigentes moderados se sumaron al debate. Entre la veintena de presentes hubo muchas ausencias: sindicalistas de peso como Armando Cavalieri (Comercio), Abel Furlán (UOM), Jorge Sola (seguro), Sergio Romero (UDA) y Amadeo Genta (municipales porteños) enviaron a dirigentes de segunda línea para representarlos.
La fórmula para evitar que se profundizaran las diferencias fue reunirse el lunes, a las 16, para analizar otra vez la posibilidad de una medida de fuerza. La alianza sindical kirchnerista ahora habla de un paro general para el miércoles o el jueves. El sector dominante en la CGT accedió a postergar el debate y admite por lo bajo que quizá deba sumarse a una protesta, pero hay algo inocultable: la central obrera está fracturada de hecho y esa grieta se agranda cada vez más.